La Mesita de Noche


La Mesita de Noche
#CuentoCorto

Foto: Decor

Ay, poooobre Mesita de Noche… y encima de todo, hoy sufrió un atentado… un accidente más bien… un enorme y completo vaso de agua se derramó sobre toda su superficie, atacando papeles, lapiceros, libros y, especialmente, los cables de teléfono, del despertador y de la lámpara de noche… Y cuando el agua se empezó a derramar por los bordes, casi, casi llega a caer sobre el enchufe múltiple… ya se veía que se iba a convertir en un caso grave de corto circuito general, agravando la situación por toda la casa… Ahí sí que se armaba la grande…

Y bueno, es que la llamada Mesita de Noche es mucho, muchísimo más que simplemente una mesita con una lámpara para poder leer o ver en la noche. No, esta mesita es todo un cofre de sorpresas… o una caja de Pandora más bien… Guarda incontables secretos, o por qué no decirlo, chucherías, como diría la señora madre de la dueña; de esas que sólo se pueden guardar en un cajón especial… sólo que en este caso, las consabidas chucherías abarcan más de dos cajones… ¡y encima las cosas se rebalsan! 

Pero, ¿qué guarda la dichosa Mesita de Noche, para estar tan sobre cargada? Pues una cantidad de variopintos objetos, desde los más conocidos hasta los más tenebrosos, al menos para un hombre… Claro, es que es una Mesita de Noche de mujer, obvio. Una gran cantidad de productos de belleza, para aplicarse en la noche, es lo primero que podemos encontrar. Cremas, geles, barras de labios, lociones en todas las formas y colores… para que la dueña las tenga a la mano al irse a dormir, porque la idea es aplicárselos, religiosamente, cada noche, antes de acostarse… y no quedarse dormida con la crema en la mano y la luz encendida, como ha sucedido cientos de veces… 

Y eso que, para facilitar la tarea, hay una caja de kleenex, una crema demaquilladora de rostro, una loción para demaquillarse los ojos, motas de algodón, q-tips, pinzas de cejas, pañitos húmedos, en fin… Pero así y todo, a la dueña de la mesita le sigue pareciendo complicado seguir los 800 pasos que hay que seguir para aplicarse las cremas en cadena, así que por lo general, se queda dormida al ponerse la primera o la segunda como mucho, y rara es la vez en que llega a ponerse todas las cremas encima… cosas del mundo de la belleza…

¿Qué otra cosa encontramos? De todo para amarrarse el cabello: varios colletes de colores, ganchos, palitos chinos (y no para comer, sino para hacerse un moño en el pelo, obviamente)… y ni un solo cepillo de cabello, porque claro, la dueña prácticamente no los usa; es que esto de tener el cabello bien ondulado es todo un tema, y exige un cuidado diferente para poder tener la melena de leona bajo control. Pero todas esas cremas y productos adicionales se encuentran en el baño, que más adelante podrían ser tema de otro post, sin duda (porque ahí sí que hay más cosas por analizar).

Junto a todo esto, papeles, papelitos y papelotes: post its de varios colores, tamaños y formas, para anotar que hay que recordar anotar lo que hay que hacer al día siguiente, a la semana siguiente, al mes siguiente. Plumones de tinta de varios colores, resaltadores, clips, etc. Casi, casi como un escritorio… pero con lo básico nada más, no se crea. Y libros.

Es que la dueña es una gran lectora… cuando tiene tiempo claro está. Así que en estos cajones hay también novelas, revistas, cuadernos, diarios, libretas para anotar lo que sea, libros para traducir los sueños, libros de tarot para saber el futuro, en fin… Casi no tiene tiempo de revisar ninguno, pero están ahí para aquellos raros días en que se juntan los cada vez más furtivos factores del tiempo, las ganas, las energías necesarias y la tranquilidad como para recostarse a disfrutar de una buena lectura. 

Y claro, no podían faltan los dispositivos electrónicos: desde el teléfono inalámbrico (que muchas veces la dueña quisiera desconectar para que la dejen dormir), pasando por la lámpara de luz (sin la cual no se vería absolutamente nada de lo que hay en estos cajones), y por el reloj-despertador… que ya se ha quedado mudo un par de mañanas, sin razón aparente, consiguiendo que la dueña de la mesita llegue tarde a la oficina... ¿será que el agua es incompatible con este reloj-despertador? 

Ah, y no olvidemos los controles remoto del televisor, DVD y todas esas tonteras electrónicas, además de un par de teléfonos celulares (¡como si uno no fuera suficiente, por favor!), cargadores de batería de cada celular, audífonos y hasta una cámara de fotos digital… tan pequeña que puede guardarse en el bolsillo del jean, a decir de la dueña… Y pensar que todo esto casi muere electrocutado gracias a un inocente vaso con agua.

Por supuesto, no podemos dejar de mencionar lo que podría considerarse algo extraño, al menos para una mujer joven, porque sabemos que para una persona mayor debe ser cosa normal: la colección de pastillas y los dulces. Las pastillas son, claro está, para el dolor de cabeza, para la migraña (cuando la situación es crítica), para dolores de todo tipo, para el resfrío, para prevenir el resfrío, para dormir y hasta para tener energía (un complejo vitamínico especial para mujeres que la dueña nunca toma porque no se acuerda de tenerlas, a pesar de estar en un frasco gigante encima de la mesa).
 
Ah, pero los dulces, eso es otra cosa: trufas, toffees de chocolate, besos de moza, barras de chocolate dark o bitter (porque el de leche es muy simple, según el complejo gusto de la dueña por el chocolate)… maravillas que pueden estar semanas y semanas ahí guardadas, sin que se acuerde una de que están ahí, aunque otras veces logran desaparecer en un par de horas, como por arte de magia… dicen que por razones hormonales, que sospechamos tienen algún fundamento médico. Pero la dueña suele decir que están ahí por una razón tan simple como obvia: en caso de emergencia, abra el cajón.

Con todo esto, ¿no les parece que la Mesita de Noche debería más bien convertirse en la Cómoda de Noche o en el Closet de Noche? Por lo menos así, la pobre Mesita, estaría más Cómoda, no?

Shakira Habibi

Octubre 2006

Comentarios