La Teoría Cinderella


La Teoría Cinderella

Que viene con hermanastras y todo...

Foto: Internet


Obvio que conoces el cuento de la Cenicienta (Cinderella, Cenerentola, Cendrillon… en fin, existe en todos los idiomas). Ese cuentito donde Ella (es su nombre) es una pobre chica sufrida que vive maltratada y explotada por su malvada madrastra y sus feísimas hermanastras hasta que, gracias a su Hada Madrina, conoce al lindo, cuero, híper-churro a-lo-Ryan-Gosling del Príncipe Azul y este la rescata y la convierte en Princesa. Sí. Ese cuentito.

Bueno pues. La versión IRL del cuento es tu BFF (o tú misma), que se muere por el pata ese y que tiene una madre/tía/madrastra… se vale suegrita también) recontra bruja y unas hermanas/primas/hermanastras… o cuñaditas también) insoportables, engreídas y encima horrorosas, que solo saben hacerle la vida de cuadritos a ti y a tu adorado tormento. 

Pero ¿qué pasa cuando el Príncipe Azul no lo es tanto? ¿Qué pasa si en vez de apoyar a tu BFF (o a ti) tu Prince Charming decide pasarse al otro equipo y cambiar por completo el curso de tu cuento de hadas. Osea, le hace caso a la madrastra y a las hermanastras y comienza a dudar de lo que tú y él supuestamente habían decidido juntos, de mutuo acuerdo. Luego se distancia de ti, envenenado por lo que ellas (las brujas) le dijeron… O peor, en el nivel de lavado cerebral con harto Vanish y Clorox, se queda totalmente pasmado y, en vez de actuar, no hace absolutamente nada. NA-DA.

Aquí la pregunta es bieeeen obvia: ¿Y tú qué vas a hacer?
Porque, después de todo, me queda claro que Cenicientas existen en todas partes, que las hermanastras aparecen hasta debajo de las piedras, quieras o no, y que el Príncipe Azul puede estar más confundido y despistado que jirafa en pijama party, (sin pijama y sin party), así que puede tomar las peores decisiones de su vida, elegir a la hermanastra babosa por sobre la Cenicienta (a pesar de mooooorirseeeeee por Ella, y a pesar de todas las miles de señales y advertencias de todos a su alrededor, incluyendo las de su mejor amigo #ElPaje), por lo que resulta ser un completo pelotudo. Y siendo así, ¿crees que realmente vale la pena ese Príncipe Azul?, ¿Es realmente Azul… o ya empezó a despintarse un poco? Y ¿amerita todas las lágrimas que derrame la Cenicienta por él?

Yo creo que no. Que si es capaz de cometer semejante estupidez, por las razones que sea (y fijo que ya se “justificó” unas 847 millones de veces), no vale la pena para nada. Que ya quedó tan descolorido que no merece que le dediques ni dos segundos de tu valioso tiempo… ni de tu importante vida. Y es que, después de todo, príncipes existen por todos lados. Sean azules, celestes, morados, verdes o del color que prefieras. Y sí existen (sino, pregúntales a Catherine Middleton y Meghan Markle).

Que quede claro: tú no viniste a este mundo a fregar pisos, lavar trastes ni andar llorando por los rincones por culpa de una madrastra malévola, y mucho menos a aguantar a un par de viejas engreídas, sangronas, malcriadas, egoístas, envidiosas y, encima, ¡feas!

¡Piénsalo! Tú te mereces un príncipe del color que quieras. O un paje, un capitán de caballería o lo que más te guste. Ya entendiste la idea. Lo importante es que, al igual que tú, ÉL te AME profundamente, te respete por sobre todas las cosas (y personas), te valore hasta el infinito y más allá, te sea fiel hasta la eternidad y se mantenga a tu lado en las buenas y en las malas. Tal cual dice Diosito.
Eso creo yo. ¿Y tú?

Shakira Habibi

P.D. Siéntase usted en libertad de añadir a continuación tooooodos los requisitos que quiera de su futura-próxima media-naranja.

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